Por: Fundación Eloy Alfaro
El 24 de septiembre de 1913, una heroica acción de armas en Esmeraldas conmovió al Ecuador. En la madrugada de ese día, el cuartel de la Policía de la ciudad de Esmeraldas fue tomado por un puñado de revolucionarios, al grito de ¡Abajo Plaza!, ¡Mueran los arrastradores!, ¡Viva Concha! Una vez tomado ese cuartel, los revolucionarios, provistos de algunas armas incautadas a la Policía, atacaron el cuartel militar. Hubo bajas en ambos bandos. Cuando estaba a punto de caer el segundo cuartel, llegaron refuerzos militares, y los insurrectos tuvieron que retirarse a las montañas.
Tres
días después, el 27 de septiembre de 1913, el líder de la
insurrección, coronel Carlos Concha Torres, desde el campamento guerrillero de
Tachina, publicó el manifiesto “A la Nación”, en el que proclamaba:
“Ecuatorianos: siguiendo el patriótico dictado de
mi conciencia..., abro hoy campaña en esta heroica sección de la
República en demanda del honor y de la justicia que los pueblos
reclaman”.
Así
empezó una guerra popular que duró más de tres años (1913-1916), que fue
secundada en otras provincias y que se convirtió en la más larga guerra de la
historia de la República. Esmeraldas fue la provincia más sacrificada;
fue víctima de inauditos crímenes de guerra; nuestro puerto fue bloqueado para
someter a la población al hambre, y nuestra capital fue bombardeada, lo cual
causó grandes incendios, pérdidas humanas y destrucción de edificaciones.
El
Manifiesto de Tachina señaló ante la historia al gobernante Leonidas Plaza
“como autor principal de crímenes horrendos”, de traición a la Patria y de
gravísimos actos de corrupción. Entre esos crímenes horrendos de que
fue acusado Leonidas Plaza, sobresalen los del 28 de enero de 1912, cuando el
general Eloy Alfaro, hoy reconocido como el mejor ecuatoriano de todos los
tiempos, y cinco jefes liberales más, fueron cobardemente asesinados en una
prisión por una turba organizada por el gobierno, por aristócratas y por sacerdotes,
que ultrajó los cadáveres hasta el extremo de arrastrarlos en las calles de
Quito y quemarlos. Las fuerzas conducidas por Carlos Concha, se
levantaron ese 24 de septiembre de 1913 para lavar la afrenta que hasta hoy
llena de oprobio la historia de la República y para oponerse a la monumental
corrupción administrativa y a la entrega del territorio patrio a
extranjeros. El gobierno de Plaza, calificado por Concha como una
“sangrienta tiranía”, no alcanzó a entregar las islas Galápagos a Estados Unidos
o a Francia a cambio de dinero, como pretendía; pero alcanzó a consumar en 1916
la entrega de aproximadamente 176.000 kilómetros cuadrados a
Colombia.
Hoy, 24 de septiembre de 2013, se cumplen 100 años
del inicio de la más importante gesta del pueblo de Esmeraldas. Saludamos
que desde el año 2011 se haya desterrado la celebración del 21 de septiembre de
1526, pues era indigno para nuestro pueblo rendir homenaje a aventureros
españoles que llegaron a nuestra tierra en busca de fortuna y cometieron grandes
crímenes. Saludamos también que se haya comenzado a reconocer a la
Revolución de Concha el sitio que merece, al asignar, por votación electrónica
realizada en abril y mayo del 2013, el nombre del coronel CARLOS CONCHA TORRES
al aeropuerto de Tachina. El nombre que tenía el aeropuerto de Tachina era el
del oficial que coordinó y organizó el operativo de captura del héroe
esmeraldeño. Tiene profunda significación que ese nombre haya sido
sustituido por el de Carlos Concha; ha comenzado a hacerse justicia. Sin
embargo, el país aún está en deuda con el levantamiento armado de 1913-1916,
que reclama un reconocimiento a nivel nacional. Hasta hoy no se ha
erigido una estatua en la provincia, ni se ha levantado una columna conmemorativa
que perennice esta gesta o los nombres de los principales combatientes; ni
siquiera se ha recogido suficiente información sobre ellos y son muchos los que
permanecen anónimos. Nuestro sistema educativo aún no ha incluido en
los contenidos curriculares una información básica sobre la Guerra de Concha;
las nuevas generaciones no pueden seguir ignorando una gesta de tanta
trascendencia en la vida de la provincia y del país. Esta realidad
tiene que cambiar. Los móviles patrióticos del levantamiento de hace
un siglo merecen la más alta admiración del pueblo ecuatoriano, y los
esmeraldeños debemos visibilizarlo ante el país con legítimo orgullo. ¡La
Guerra de Concha es gloria de Esmeraldas!
Esmeraldas,
24 de septiembre de 2013
Cortesía
de Francisco Sánchez Yascaribay
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