El populismo esmeraldeño del siglo XX (1978 – 200O)

 


"La memoria no es reconstitución del pasado, sino exploración de lo invisible". (Vernant,2002: 22)

¿Te has preguntado que tendencias políticas surgieron con el retorno de la democracia en Esmeraldas?, ¿Sabías que el febrescorderismo contribuyó para que el progresismo esmeraldeño no prospere en la provincia verde?, ¿Has conocido porque el populismo esmeraldeño perduró en el control del poder político de nuestra provincia desde 1978 hasta inicio del siglo XXI?  ¡Te lo cuento!

La provincia de Esmeraldas recibió con beneplácito el retorno democrático de finales del siglo XX (1978). Pues, tenían la esperanza que el Estado haga presencia efectiva en su territorio fomentando el desarrollo local, garantizando una vida digna y respetando los derechos fundamentales del ser humano y del entorno natural.

En los primeros años del retorno democrático (1978 – 84), el electorado esmeraldeño, optó por respaldar dos tendencias políticas: el populismo y el progresismo.

El progresismo revolucionario, con mayor presencia política en su momento, estaba representada por Jorge Chiriboga Guerrero del frente amplio de izquierda “FADI” y Antonio Lara Quiñones, de la asociación de comités unidos “ACU”, creada en 1974. Los dos, salieron electos como legisladores ante el congreso nacional en representación de la provincia de Esmeraldas. Tuvieron cuatro años como legisladores.

En 1984, Jorge Chiriboga Guerrero, con el respaldo mayoritario de los ciudadanos, gana las elecciones a la Prefectura de Esmeraldas.  Antonio Lara Quiñonez, por su lado, en alianza con la Democracia Popular “DP”, capta la alcaldía y una concejalía del cantón Esmeraldas. También, una consejería en el gobierno provincial y un curul legislativo.

En el ámbito nacional, el 6 de mayo de 1984, León Febres Cordero, con su oferta, pan, techo y empleo, gana las elecciones presidenciales en segunda vuelta electoral, con el 55.54% de los votos. Según Eduardo Tamayo, autor del libro resistencia al autoritarismo, “gobernó empleando las tres “p” de los tiempos dictatoriales: Plata para los amigos, Palo para los indecisos y Plomo para los enemigos.

Frente a la amenaza que la izquierda revolucionaria esmeraldeña tome impulso y se desarrolle en todo el territorio, León Febres Cordero, decide aplicar la fuerza del poder para frenar el avance del progresismo revolucionario. Ramiro Rivera (1986), en su libro el pensamiento de León Febres Cordero, nos recuerda la amenaza que éste hiciera, al expresar “Ciertas mayoría sectarias en tales organismos seccionales pretenden convertir esas entidades de servicios en focos de subversión y conspiración contra el orden y el progreso del país, y esto no lo voy a permitir”. 

Es así que, para 1985, grupos derechistas en complot con fuerzas políticas al interno de Esmeraldas, fraguan unas series de estrategias de desestabilización para sacar de la alcaldía Antonio Lara Quiñonez, por ser una pieza clave del desarrollo de la izquierda, por su formación ideológica y su statu político.

De ahí que, desde el ministerio de finanza se empezó a bloquear económicamente al municipio del cantón Esmeraldas para asfixiarlo financieramente.

Así mismo, desde la gobernación, con apoyo de fuerzas aliadas al PSC, se armó una mayoría legislativa en el seno del concejo municipal y se organizó varios frentes sociales de hostigamiento a la administración local.

La falta de transferencias de recursos a la administración municipal, contribuyó para que Antonio Lara Q., no cumpla con sus compromisos de obras de servicios básicos y de pago puntual de los sueldos y salarios de los trabajadores y empleados del municipio.

El FADI y el movimiento popular democrático (MPD), por un lado, buscaban la forma de tomarse a la fuerza el palacio municipal; por otro, generaron varias movilizaciones con maestros, estudiantes y trabajadores para debilitar y desmoralizar la administración de Lara.

El comandante del cuerpo de bombero, señor Luis López Estupiñán, alias “luchin”, no se quedó atrás. Haciendo uso de las motobombas, bombardeo con agua al palacio municipal y a un grupo de mujeres que se encontraban protegiendo a su alcalde.

El febrescorderismo, valiéndose del ministro de gobierno Joffre Torbay, como del señor Marcelo Mero Jaramillo, contralor general de la nación; violentando todo proceso constitucional y legal, allana el domicilio del alcalde Lara Quiñonez y lo encarcela, acusándolo de malversar recursos públicos.

Cabe decir que, al fin y al cabo, la derecha y sus aliados políticos lograron sus objetivos. Lara fue desprestigiado, encarcelado y destituido.

Al paso de los años, la acusación contra Lara Quiñonez, fue desvirtuada por la Corte Superior de Justicia, al declararlo absuelto de dicha imputación.

En cuanto a Jorge Chiriboga Guerrero, no vivió el mismo pesar de Lara Quiñonez. El pudo terminar su periodo de prefecto con problemas internos de gobernabilidad y financieros, que no supo resolver; ni pudo dar respuestas apropiadas y eficientes a las demandas de los sectores rurales que exigían la ejecución de obras viales y de saneamiento ambiental en sus localidades. Chiriboga Guerrero, desde 1988, no volvió a ocupar un nuevo cargo de elección popular.

En síntesis, se puede decir que el progresismo no prosperó en el campo político debido, por un lado, por la destitución del acalde Lara y el debilitamiento de su organización popular; por otro, el alto índice de analfabetismo político ciudadano que la izquierda no pudo alfabetizar. También, por la falta de madurez y unidad programática de la izquierda esmeraldeña, que, por celos e infantilismo políticos, llegó al extremo de prestarse a los intereses de los grupos de poder de la derecha.

 

El populismo y su modo operandi.  

El populismo, nace en Esmeraldas, con la figura de Francisco Mejía Villa, quien en la dictadura militar fue nombrado alcalde del cantón Esmeraldas, por el periodo 1970-74. Mejía Villa, con el retorno democrático ocupo dos veces la prefectura (1978-83 y 1988-92). Fue electo diputado en 1984 y alcalde durante el periodo 1992-96, año en la cual fallece.

Para 1986, una nueva figura populista empieza a resurgir con auspicio del PSC. Ella es, la de Carlos Saúd Saúd, quien gana las elecciones intermedias parlamentaria, obteniendo tres de tres curules legislativos ante el congreso nacional. Llegando luego, a ocupar la alcaldía del cantón Esmeraldas (1988), diputación (1990-92) y la prefectura (1992-96).

Con la llegada de Abdala Bucarán Ortiz a la presidencia del Ecuador en 1996, otra figura populista, comienza a consolidarse en el territorio esmeraldeño.  Homero López Saud, quien, en 1990, ocupara el cargo de diputado provincia por el PSC, comienza a mover sus estrategias para abrirse puerta en el partido roldosista ecuatoriano.  Fue electo diputado con auspicio del PRE, durante las elecciones de: 1992, 1994 y 1996.  Para el año 2000, gana la prefectura para un periodo de cuatro años.

Vale decir que los tres populistas antes mencionados, frente la ausencia de lideres progresistas pudieron consolidarse en el territorio, perdurando y ejerciendo control e influencia en casi todas las diversas instancias públicas del poder local.

Los populistas, asumiendo el control total de las direcciones de sus partidos, bajo la perspectiva de ser los gamonales locales de sus organizaciones políticas, eran los que imponían los candidatos en las diversas jurisdicciones territoriales que estaban a su control e influencias.

Colocaban en los organismos de control a funcionarios acólitos a sus intereses para cuidar sus espaldas de cualquier situación que se le presentara en la lucha política y por el mal manejo de los fondos públicos.

El populismo se enfocó en la aplicación de un modelo de gestión sin planificación trascendental con perspectiva histórica y pensando en la reelección inmediata.

Aprovechando el modelo mercantilista de la llamada democracia representativa, implantaron la compra del voto, la demagogia electoral, el paternalismo y la caridad como alternativa de permanencia en el poder.

Con apoyo de una prensa local servil impulsaron el culto a la personalidad, crearon una imagen de benefactores, de buenos administradores y de excelentes ejecutores del desarrollo territorial de Esmeraldas.  José Ingeniero (1997) en su libro el hombre mediocre, le otorga un calificativo de hipócritas:

El hipócrita mide su generosidad por las ventajas que de ella obtiene, concibe la beneficencia como una industria lucrativa para su reputación. Antes de dar, investiga si tendrá notoriedad su donativo; figura en primera línea en todas las suscripciones públicas, pero no abriría su mano en la sombra. Invierte su dinero en un bazar de caridad, como si comprara acciones de una empresa; eso no le impide ejercer la usura en privado o sacar provecho del hambre ajena” (p,130)

Cabe mencionar que Esmeraldas lleno de frustración y desilusión, cerró el ciclo democrático de finales del siglo XX (1978-2000), cargado con el peso de sus problemas sociales y económicos que el populismo no pudo resolver pese a contar con gobiernos propios.

Entre los temas no resuelto, tenemos el problema de agua potable que venimos arrastrando desde 1974, no ha sido solucionado.  El tratamiento de los desechos sólidos y hospitalarios, tampoco fue resuelto.

La recuperación, rehabilitación y preservación del recurso hídrico afectado por varios factores contaminantes, no fue un aspecto de alta prioridad para los populistas.  Tampoco lo fue la lucha contra la desforestación de nuestros bosques.  

El fortalecimiento de la identidad y conexión con nuestros ancestros originarios, ricos en culturas e historia, quedó en el baúl del olvido.  En ningún parque ni plaza de nuestros cantones, existe un monumento que rememore a los ancestros esmeraldeños.

La educación urbana y rural, generada con una misma lógica y visión alejada de vuestras realidades culturales y potencialidades naturales y humanas, tampoco fue atendida apropiadamente.  Los niños y niñas seguían recibiendo una educación bancaria y educándose en escuelitas sin una apropiada infraestructura.

Concluyo este registro reflexivo de la memoria histórica esmeraldeña con dos citas de dos grandes seres humanos, que definen a nuestros populistas del ayer.  El uno, Benito Juárez, quien dirigiéndose a los manipuladores que abusan de la confianza de un pueblo. Dijo “Malditos aquellos que con sus palabras defienden al pueblo, y con sus hechos lo traicionan”. El otro, Bahá´u´lláh, gran maestro espiritual persa, que expresó: Sois como la estrella que sale antes del alba y que, aunque parece brillante y luminosa, descarría a los viajeros de Mi ciudad hacia los senderos de la perdición”.  

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